Sumergida
- Libélula
- 4 ago 2023
- 1 Min. de lectura
En el fondo de los lamentos,
me sumerjo cada día,
las manecillas marcan mi fúnebre destino.
Llegará el día que no retorne,
desearé flotar en convexo
bucearé en el espejo del cielo,
me hundiré en calendarios infinitos,
atascando mis orificios con verdades
asfixiando mis palabras con cadenas de plomo.
Mis sueños más subyugados al abismo
silencio latente,
destroza mis entrañas
la palpitación surge de cualquier lado
menos del centro de mi vida.
Caminaré hacia el fondo, saltaré al precipio
ataré mis pies a mis lejanos deseos tardíos.
Apagaré la luz y miraré la desidia,
la condena de no morir,
la sentencia de auscultar un sentido inerte.
Todos mis naipes son de arena,
algunos castillos se sumergen en el agua
se deshacen
se desintegran en las profundidades del océano.
Me sumerjo cada día,
derrama el mar melancólicas perlas,
no navegamos
no planeamos volar
solo construimos, sobre corrientes que arrasan
y luego se van.
Me sumerjo hasta el fondo,
sin saludos ni despedidas.
Ya no apremia el tiempo,
cementerio de estrellas fugaces
la esperanza descansará en paz.
Me sumerjo en la mirada inquisitiva
junto mis labios
y la palidez retorna al recipiente vacío.
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